lunes, 25 de mayo de 2009

El divorcio, ¿un fracaso o una forma de cambio?

Divorciarse, en esta época de búsqueda de libertad, autenticidad y autonomía, deja de ser un fracaso, para ser un camino de crecimiento y encuentro con nosotras mismas. Hemos sido formadas para vivir en un deber ser que nos obliga a organizar nuestra voluntad en torno a otros, dejando siempre a un lado lo que más importa, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, nuestros sueños y deseos más profundos.
Estoy aprendiendo a vivir sola, en un pequeño espacio que he diseñado para mí, para vivir bien y disfrutar de mi vida. Estoy en paz y confiada de que el futuro será maravilloso, con muchas reflexiones sobre lo que me ha llevado a este momento y segura de que no tengo que dejar de amar y agradecer lo que tuve, porque ello me llevó a ser quien soy.
Y también segura de que enfrentar la realidad es mejor que seguir viviendo en la duda y la inseguridad, actuando incongruentemente como resultado de una rebeldía que solo se hacía más aguda cuanto más trataba de alinear mi vida a lo que otros esperaban.
Y ello no quiere decir que no viva momentos de culpa, de tristeza, de duda, de dolor, porque es imposible dejar toda una vida y no sentir que el mundo se desbarata, pero aún con éstos sentimientos encontrados, mi vida parece más simple, más en paz, más congruente y más satisfactoria.
También aparecen sentimientos de respeto, compasión, agradecimiento, por quien me acompañó en todos estos años, quien me dio a mis hijos, quien vio por mí durante toda una vida.
Pero la vida sigue, tan llena de alegrías y satisfacciones como la anterior. He crecido para ser dueña de mi vida, para decidir cómo quiero vivir, para estar conmigo misma sin miedo a la soledad, para vivir sin angustia por el futuro, simplemente disfrutando de lo que hoy sí existe. Si esto es divorciarse, ¿por qué puede ser un fracaso si es solo la manera de cambiar?

No hay comentarios: