miércoles, 29 de julio de 2009

MADRES SOLTERAS

En la antigüedad e incluso hasta hoy en ciertos contextos, las madres solteras son víctimas de discriminación, y basado en distintos orígenes, desde mandatos religiosos hasta prejuicios sociales.

En muchas sociedades actuales existe un cuerpo legal que elimina la discriminación hacia las madres solteras y sus hijos, e incluso algunos gobiernos nacionales (incluso de países del Tercer mundo) cuentan con programas de ayuda institucionalizada para hogares donde las mujeres son las jefas, que incluyen ayuda estatal, becas de estudio para los hijos, créditos bancarios para que las mujeres inicien pequeñas y medianas empresas, y otros.

De la misma forma, cada día es más común que una mujer decida establecer una familia sin la presencia de un hombre, y cada día la opinión de la sociedad en torno al tema se vuelve más abierta y receptiva.

Las madres solteras ascienden a cerca de 880 mil mujeres. Alrededor de nueve de cada diez tienen hijos menores de 18 años, y seis de cada diez viven en el hogar de su padre o madre. Casi todas trabajan y aunque tres de cada diez viven en condiciones de pobreza, esta proporción es ligeramente menor al promedio nacional de madres con hijos en el hogar.

El contexto psicológico:

Hay diferentes madres que son solteras: Está la madre célibe: a menudo independiente, financiera y moralmente, que después de una aventura rápida mal aceptada conserva a su hijo y prescinde del hombre. Esta mujer a menudo ha hecho todo lo posible para no correr el riesgo de algún tipo de dominación por causa de un hijo. Ha elegido su propia suerte, al menos conscientemente; y reivindica altiva su derecho a criar sola a su hijo.

Otro caso es el de la mujer débil: que, en un momento de abandono o confusión, por desconocimiento o por obra de las circunstancias descubre que es madre sin conservar el apoyo con el que contaba. Su destino más general es casarse después o mantener otro tipo de relación duradera y reencontrar por fin el apoyo que deseaba. La ayuda sensata relativa a los proyectos tanto materiales como morales, psicológicos y sociales, a esta joven madre le permiten atravesar los primeros meses y años difíciles.

Finalmente, está la madre de escasos recursos : cuyas posibilidades mentales, afectivas y profesionales son limitadas. Carece de toda autonomía real y socialmente está a la merced de todas las influencias. Es muy frecuente que haya tenido uno o más hijos en circunstancias análogas, y cuanto se pueda hacer por ella tropezará con una ausencia de estructura personal, falta de voluntad y posibilidades mediocres.

Problemas psico-sociales de la madre:

Es difícil esquematizar los problemas psicosociales de la madre soltera. En efecto, hay tipos muy diferentes de madres solteras: desde la mujer joven que por motivos personales quiere un hijo, pero no el matrimonio, y lo cría con esa perspectiva, hasta la mujer pasiva que da a luz hijos por el azar de sus encuentros, sin que esto modifique el curso de su vida.

Las condiciones materiales :

Para una mujer sola un hijo es una gran carga. La madre soltera está obligada a trabajar. Su jornada de trabajo debe cubrir el precio de su propia manutención, la de su hijo, y además el costo de la atención del niño durante su trabajo.

Posición profesional:

Muchas madres solteras tienen una posición profesional excelente; a veces una situación bastante brillante.
La mayoría de las estadísticas toman como base cierta clase de madres solteras que recurren a los servicios sociales, los servicios de ayuda a la infancia, las maternidades y los asilos para madres. (Marzo-Weyl, 1972)

La madre soltera frente a la sociedad:

En general, en la sociedad mexicana, no son aceptadas las relaciones sexuales premaritales. Al dar a luz a un niño fuera del matrimonio, se transgreden dos normas esenciales de la sociedad: las relaciones sexuales extramaritales, y la culpa es doble cuando estas relaciones terminan en embarazo.
El grado y las manifestaciones de la reprobación de las relaciones sexuales extramaritales varía de una sociedad a otra.

Problemas que enfrentan las madres solteras:

Las madres solteras se enfrentan a gran cantidad de problemas, con los cuales tienen que lidiar de manera automática para lograr salir adelante.

En estos tiempos la formación de las familias ha ido variando, habiendo actualmente más madres solteras que afrontan este reto. Otras mujeres que iniciaron su vida con un matrimonio constituido, también deben afrontar el reto solas cuando se rompe el matrimonio.

La sobrecarga es una característica de la madre soltera, ella debe asumir funciones domésticas, educativas, económicas, etc., funciones que no tiene con quien compartir por lo que ocupan casi todo su tiempo libre, trayendo como consecuencia que la madre tenga el tiempo justo y no disponga de un momento para su vida personal y social, originando el alejamiento de sus amistades y el consiguiente sentimiento de soledad y abandono. Algunas mujeres inclusive piensan en dedicarse a su hijo el 100% de su tiempo porque no creen poder encontrar a una pareja que acepte a su hijo.

Las madres solteras se encuentran solas lidiando con sus problemas. Además, debido a que tienen que realizar demasiadas labores ellas solas, no tienen tiempo para socializar por lo que cada vez se sienten más solas. Esta soledad es uno de los problemas más frecuentes entre las madres solteras. Es como si cayeran en un círculo vicioso que no les permite conocer gente nueva y sentirse apoyadas.

Debido a que están solas con su hijo, las madres solteras necesitan de los demás para lograr cumplir con su tarea de madre y padre a la vez. Trabajan y cuidan de su hijo sin el apoyo de una pareja. Generalmente, las madres solteras se vuelven dependientes de sus padres, es decir, de los abuelos del bebé, y esto en ocasiones puede ser muy frustrante porque las madres pueden llegar a sentir que no tienen decisión sobre sus hijos. Esto fomenta que las madres desarrollen una baja autoestima pues no se sienten capaces de cumplir con todas las labores de ser madre sola.

Otro problema que enfrentan las madres solteras es el deseo de rehacer su vida, donde en ocasiones esto se vuelve su nuevo objetivo, precipitándose en la búsqueda de una pareja con la cual consigan tener una familia “normal”, recibir afecto y darle a su hijo una figura paterna. Algunas madres solteras creen que al conseguir rápidamente una pareja les resolverá todos sus problemas, pero suele terminar en el fracaso, puesto que es necesario que la nueva pareja construya un vínculo afectivo tanto con la madre como con el pequeño para poder formar una relación fuerte y duradera.

Para concluir, me gustaría agregar que las madres solteras ocupan un porcentaje considerable de la población de madres. Es importante que busquen los apoyos necesarios para no sentirse tan solas y desamparadas. Que logren encontrar un espacio donde se fomenten las relaciones de amistad que les brinden la salida para su felicidad y tranquilidad.

En la actualidad, es más frecuente que existan madres solteras. Es muy común que las mujeres independientes decidan tener hijos sin la participación de un hombre o de sus parejas.

Es importante mencionar que esta situación, afecta igualmente a los hijos, quienes se enfrentan también a muchas dificultades por la falta de la presencia de un padre que ayude en la separación con su madre.

lunes, 27 de julio de 2009

Las relaciones humanas.

De todos los retos que enfrenta el hombre quizás uno de los más importantes sea el de las relaciones humanas.


A través de la humanidad y la historia, sabemos que es tendencia natural interactuar unos con otros, bien sea en pareja, en grupos pequeños, medianos, hasta grandes comunidades, cuya intención primordial es la de comunicarnos, conocernos y compartir actividades que redunden en beneficio mutuo y complemento a nuestras vidas.


Teóricamente, dado que dicho proceso se da en forma natural y espontánea, parecería que ésta es una tarea fácil de lograr. No obstante,

es una de las más difíciles en tanto que intervienen una serie de factores que la hacen, en muchas ocasiones, complicada e inaccesible para muchos. Tenemos, entonces, que las relaciones humanas en los diferentes núcleos, ya sea familiar, personales, de amistad, de trabajo, de vecinos, de políticos, de países, etc. son, de hecho, una tarea primordial, sí, que requiere de paciencia, conocimiento, tiempo, esfuerzo y madurez.


Por ser polifacéticas, las relaciones humanas requieren de un compromiso individual y colectivo. Individual, en el sentido de que es responsabilidad nuestra evolucionar y crecer en todo aquello que pueda convertirnos en mejores seres. Colectivo, debido a que la suma de diversos individuos comprometidos consigo mismos, da como resultado una sociedad sana,

próspera, respetuosa y feliz. Esto, obviamente, no se logra de la noche a la mañana, ni de una generación a otra, pero sí se logra al hacernos conscientes de que somos totalmente responsables de lo que ocurre en nuestro interior y de que esto trasciende automáticamente al exterior, ya sea un núcleo pequeño o toda una ciudad.


Si realmente anhelamos vivir en un mundo mejor, todos somos copartícipes en dicha responsabilidad. Puede parecer un tanto utópico pero todo lo que decimos, hacemos o pensamos tiene una repercusión directa en nuestra persona, nuestra comunidad, nuestra ciudad, nuestro país, el mundo…. el Universo.

viernes, 24 de julio de 2009

Códigos de Familia.

Los códigos de familia son aquellas reglas implícitas por medio de las cuales se rigen las familias.

Al ser implícitas no se mencionan pero se supone son entendidas por todos sus miembros.

Si analizamos el comportamiento de nuestra familia es fácil percibirlas y ver como estamos inmersos y participamos en dicho código.

Por ejemplo:

Un código social de una familia es la expresión del afecto hacia otros a través de la comida. Es decir, invitando a comer, preparando la comida, reuniéndose alrededor de una mesa es una forma de agasajo. En dicha familia se le da un significado especial a la comida siendo sinónimo de alegría, compañía y expresión de sentimientos.

Otros ejemplos son:

Un código es la jerarquía de los padres sobre los hijos, en el cuál es clara la función de cada integrante. Siendo los padres responsables y guías de los hijos y por un rato los hijos aprendices. En otras familias este código es difuso y podemos percibir cómo los hijos mandan sobre los padres.

Los códigos también son reglas que sirven para delimitar lo permitido y lo prohibido en la familia.

Las familias protegen a sus miembros si esta afirmación es parte de su código.

Por ejemplo: Vemos como se propicia una unión familiar ante las adversidades o cuando es criticado un miembro injustamente por alguien externo. La familia se acopla para defender al suyo, se crea un frente común. Es decir, existe un código de lealtad para protegernos del mundo exterior.

Existen reglas incluso de cómo cada familia despide a sus muertos que sumados son las tradiciones de un pueblo.

Código Inmovilizadores

Algunas familias conllevan código tan rígidos que pueden inmovilizar a sus miembros. Las denominadas “familias muégano” son un ejemplo de dicha rigidez. Sus integrantes no pueden pensar diferente al resto o deben continuar con las mismas tradiciones.

Por ejemplo: Tener que estudiar la misma profesión del padre, seguir los pasos de la madre como forma de amor a los padres.
No pudiendo tomar sus propias decisiones ya que las decisiones se toman por consenso. ; dificultando así la independencia de los hijos, resultando en hijos que NO abandonan la familia de origen ya sea emocional o físicamente.

Las familias sienten como unidad

Las familias son sensibles al rompimiento de sus códigos.

Por ejemplo:

El código implícito es: Se honra a la familia ya que uno es resultado de dicha familia y si se critica a la familia es criticarse a uno mismo y avergonzarse de sus orígenes. Los padres e hijos se cuidan mutuamente para tener un bienestar común.

Teniendo este código uno de sus miembros lo viola al privilegiar a otra familia sobre la suya, criticando a su familia para pertenecer al grupo o a la familia de su novia.

Esto es visto como una traición al código y la familia reacciona con furia hacia el miembro traidor, y existe un sentimiento profundo de dolor.

Las familias se autoregulan

Si como familia vamos hablando de nuestros códigos los ponemos sobre la mesa y pensamos que algunos códigos deben irse modificando con el pasar del tiempo, encontraremos un equilibrio para continuar como familia.

Por otro lado, si como familia permanecemos estáticos con el paso del tiempo no permitiendo el cambio, corremos el riesgo de un rompimiento tajante de alguno(s) de los miembros. Ocasionando la disgregación de la familia.

Las familias se transforman, sienten, lloran y evolucionan, estemos concientes que el cambio de algunos códigos es parte de dicho crecimiento.

martes, 21 de julio de 2009

Patrones, encuéntralos y ponles fin.

A veces pensamos que si seguimos haciendo las cosas igual por arte de magia cambiarán.Hablas con tu hijo adolescente cada vez que rompe las reglas de la casa, él o ella te dice que no volverá a pasar. La primera vez tarda en suceder y rompe la regla.



Vuelves a platicar con él en un tono más fuerte y él promete no romperlas. Incumple de nueva cuenta y seguimos hablando y hablando; fuerte a veces, otras en privado, unas cuantas en público otras tantas un lugar neutral. Pero al final la solución que estamos dando se reduce en Hablar, el hijo en prometer pero se sigue con el problema del rompimiento de la norma establecida.

Y nos atrapamos en un patrón al parecer sin salida, ¿cómo esperamos que aplicando la misma solución obtengamos un resultado diferente al que nuestro adolescentes ya manifestó?

La solución en este caso es dejar de hablar y actuar, por ejemplo poniendo consecuencias como son castigos, restringir las salidas, o pedirle haga labores extras dentro de la casa. Dejar de esperar que el adolescente por el solo hecho de solicitarle que no rompa las reglas se apiade de uno y acceda.

Como el ejemplo anterior existen en el trabajo, a nivel social, persona y de pareja patrones atrapadores. No quiere decir que cada solución que brindemos a un problema dado no funcione. Me refiero a aquellas circunstancias en las cuales el problema se hace cada vez más grande o interminable.

Cómo encontramos el patrón.

En un problema o estamos interrelacionados con otros o con nosotros mismos. Es un círculo que no importando dónde comience se repite sin cesar.
En el ámbito de pareja por ejemplo:

Cuando la pareja se pelea ella quiere seguir hablando hasta que se solucione el problema porque piensa “las cosas no se dejan para después”

El por su lado se retrae, no quiere entrar en la discusión o se sale a dar la vuelta, al pensar que no es útil tratar de solucionar los problemas cuando ambas partes están exaltados.

Y cada uno desde su perspectiva actúa, la retirada de él es percibida por ella como una falta de interés en la pareja. Él se va, ella lo persigue, más se aleja él, ella lo persigue con más enojo…. Y así sucede en las discusiones. Sin alcanzar una solución que satisfaga a ambas partes, debido a la misma actuación. El problema crece como una bola de nieve.

Al encontrar el círculo o patrón vemos que la acción de uno tiene un efecto en él o la otra y viceversa. Preguntarse ¿Qué sucedería si ella decide no llevar a termino la discusión en ese momento y lo deja para otro momento menos tensionante? ¿Cuál sería la respuesta de él?

De igual forma él podría romper el patrón al decir “Amor, te invito a tomar un café y ahí discutimos el problema. Dame 10 minutos para pensarlo.”

Al cambiar la forma de plantearlo seguramente ella tendrá otra respuesta, si ella responde diferente él también, mágicamente se rompe el patrón atrapador y la discusión termina de otra forma.

Por lo general los problemas nos enganchan por la repetición del patrón circular, si lo descubrimos y damos una solución diferente éste se rompe y ese problema se diluye.

Te invito a probarlo preguntándote ¿cuándo yo hago, digo, actúo…? ¿Él, ella, el otro hace, dice, actúa, se comporta? ¿Y cuando el otro actúa…. Yo?

jueves, 16 de julio de 2009

La enfermedad del egoísmo.

La costumbre nos hace pensar en el egoísmo como un fenómeno más del lado de los antivalores que del trastorno. Decimos que una persona egoísta es indolora, mezquina o miserable, pero nunca se nos ocurre pensar que tal vez se trata de una patología: ¿acaso la gula no ha sido elevada (¿o devaluada?) al rango de “trastorno de la conducta alimentaria?”

Desde mi punto de vista, hay que considerar el fenómeno del egoísmo y sus sinónimos (avaricia, sordidez y codicia) como una enfermedad del yo acaparador. No es exclusivamente un acto de mala educación o de mal gusto, sino un atentado a los derechos humanos, una violación del principio de la reciprocidad, un conducta depredadora, o si se quiere, un patrón antisocial.

A muchos egoístas no sólo hay que enseñarles a relacionarse, sino someterlos a tratamiento. A veces la avidez está tan arraigada, es tan visceral, tan destructiva, que para modificarla se requiere la intervención psicológica o psiquiátrica. No estoy disculpando a los egoístas, sino afirmando que están aquejados de una enfermedad perversa.

Por ejemplo: un hombre violador o golpeador no sólo debe ser sancionado moral y legalmente, sino atendido clínicamente.

Según un reconocido diccionario, egoísmo se define como: “Inmoderado y excesivo amor que uno(a) tiene por sí mismo(a), y que le hace atender desmedidamente a su propio interés”. Analicemos la definición con un poco más de detalle.

Una persona que atiende desmedidamente a su propio interés, sufre de egocentrismo: “soy el centro del universo”. El individuo egocéntrico inevitablemente deja por fuera a los demás. Desconoce todo interlocutor y destruye toda posibilidad de relación: “sólo yo existo“.

El inmoderado y excesivo amor que uno(a) tiene por sí mismo(a) hace referencia a la egolatría, lo que se conoce como narcisismo o culto al ego. El ególatra desconoce la empatía. No posee la capacidad de amar porque el amor propio le demanda todo su potencial afectivo.

Siguiendo las premisas de la ética de la consideración, la asertividad bien entendida trata de equilibrar el yo autónomo (independiente) con el yo considerado (interpersonal). La combinación de ambos me permite estar comprometido con la red social/afectiva a la cual pertenezco, y sostener al mismo tiempo un territorio de reserva personal.

Laín Entralgo, se refiere al momento coafectivo de la relación interpersonal, determinado por dos aspectos afectivos fundamentales, sin los cuales no puede existir ninguna relación:

a) la compasión (padecer íntimamente con el otro sus vivencias penosas), y
b) la congratulación (gozar íntimamente con el otro las vivencias gozosas).

¿Qué es ser egoísta? Es renunciar a la condición humana, a lo coafectivo; es desconocer que somos prolongaciones de los demás. Aunque a los egoístas no les guste, estamos conectados unos a otros por naturaleza, intercalados, apretados, casi abrazados, de tal manera que ignorar al prójimo es negarse a sí mismo.

La carencia de amor, la ausencia de empatía, la indiferencia acaparadora, son formas de agresión encubierta, violencia enfermiza que merece, además del repudio, ayuda profesional. De no ser así, seríamos egoístas con los egoístas: una bola de nieve de enemistad aplastante.

lunes, 13 de julio de 2009

Juego infantil y desarrollo de la inteligencia.

El juego infantil es una necesidad básica para un buen desarrollo de la inteligencia y también para el equilibrio físico emocional acorde a su edad. El juego infantil entra en otras etapas pero siempre será básico para el desarrollo de la inteligencia.

Los adultos a menudo pensamos que los niños juegan para entretenerse, para dejarnos tiempo libre. La realidad es bien distinta. Los niños no juegan para entretenerse, ni para dejarnos tiempo, sino porque es el medio por el que comprenden cómo es el mundo y se integran en él. Jugando desarrollan sus aptitudes físicas, su inteligencia emocional, su creatividad, su imaginación, su capacidad intelectual, sus habilidades sociales… y al tiempo que desarrollan todo eso, disfrutan y se entretienen. Pero nunca en la historia los niños han jugado menos que ahora. ¿Puede esta revolución silenciosa no tener consecuencias?

Los cachorros mamíferos juegan mucho mientras son pequeños, y de esa forma adquieren las habilidades que necesitarán de adultos, de una manera agradable y gratificante. Cuanto más inteligente es la especie, más importante es la etapa dedicada al juego, por eso los niños son los “cachorros” que más tiempo dedican a jugar… si se les deja.

¿A qué jugamos?
El tipo de juego para el que están preparados los niños viene condicionado por su edad y momento evolutivo, y conocerlo es vital si queremos comprender o compartir sus juegos, ponernos a su altura o, simplemente, no interferir.

Hasta los 7 años, aproximadamente, el niño no distingue realidad de ficción y vive en una atmósfera “mágica”. Todavía no ha desarrollado plenamente su capacidad de abstracción, por lo que muchos pedagogos consideran inapropiado los intentos de “enseñarles” en clave racional. Ciertas pedagogías han estudiado detenidamente el proceso de desarrollo del niño, y ajustan el programa escolar a esta realidad. Es el caso de la pedagogía Waldorf, para la cual el desarrollo de la inteligencia humana tiene un “calendario” de desarrollo propio, y cada etapa es fructífera si se asienta sólidamente en la anterior. Así nos lo explica Elena Martín Artajo, directora de la Escuela Waldorf de Aravaca, para quien la adquisición de habilidades y conocimiento debe estar en función de la evolución de los niños, y no al contrario. Y en estos primeros años, el juego imaginativo y creativo constituye el fundamento para la aparición posterior del pensamiento abstracto y de facultades racionales más complejas. Dicho de otro modo, en esos años jugar parece ser la actividad más seria que se puede realizar.

Bruno Bettelheim también distingue dos fases claras en la evolución del juego infantil: el juego libre, hasta los 7 años, y el juego estructurado, por el que se van interesando a partir de esa edad.

El juego espontáneo evoluciona de esta manera
Hasta los 3 años, el niño toma posesión de su propio cuerpo y progresa en el conocimiento del mundo que les rodea. Es una fase de experimentación con su cuerpo y con su entorno. Sus primeros juegos se basan en la imitación. Los niños juegan a desempeñar las mismas actividades que hacen los adultos, adquiriendo de esa forma habilidades útiles para su vida.

Entre los 3 y 5 años es la edad de la imaginación. Son capaces de crear símbolos a partir de cualquier cosa -una caja de zapatos puede ser un camión, y un rato después una casa de enanitos- y sus creaciones son plenamente reales para él. Los juguetes demasiado “acabados” reducen sus posibilidades de imaginar y simbolizar a partir de formas básicas.
Entre los 5 y los 7 años, su imaginación continúa desarrollándose, de forma que no sólo crean objetos, sino también historias con un hilo argumental cada vez más elaborados. Es la edad del “vale que”. El vale que es el procedimiento por el cual los niños se distribuyen los “papeles” y hacen un primer planteamiento de la historia que van a representar, y que para ellos es muy real. Por ejemplo: “Vale que yo era la mamá y tú eras el bebé y yo te llevaba al médico, etc.”. Normalmente, varios “vale qués” durante el juego sirven para distribuir y negociar los “papeles”, y van reconduciendo la historia hacia su objetivo.

Las cualidades que se desarrollan durante estas etapas infantiles son el fundamento mismo sobre las que se asienta la capacidad de materializar y llevar a cabo capacidades más complejas e incluso el trabajo de adulto. “Aquellos que se toman el juego como un simple juego y el trabajo con excesiva seriedad, no han comprendido mucho ni lo uno ni lo otro”, afirma H. Heine. Este tipo de juego es la base sobre la que se despliega cualidades superiores como la imaginación, la creatividad, la perseverancia en el esfuerzo, etc. que pueden resultar seriamente menoscabadas si se impide su ejercicio por medio de, por ejemplo, esa gran neutralizadora de la creatividad, la imaginación y la diligencia infantil, que es la televisión.

Juego libre y juego estructurado
Hasta esa edad los juegos tienen un alto significado simbólico y cumple múltiples propósitos. Afirma Bruno Bettelheim en su obra No hay padres perfectos “los niños se valen de los juegos para resolver y dominar dificultades psicológicas muy complejas del pasado y del presente. Tan valioso es el juego en ese sentido que la terapia por el juego se ha convertido en el procedimiento principal para ayudar a los niños pequeños a vencer sus dificultades emotivas”.

Jugar es para los niños pequeños un acto creativo de primer orden, que no sólo les ayuda a aprehender el mundo sino a resolver sus conflictos y dificultades. Es la edad del juego libre y creativo basado en la imitación y por el que desarrollan su capacidad para crear símbolos e inventar historias a partir de cualquier cosa: una caja de zapatos puede ser un camión, y un rato después una casa de enanitos. Este contenido simbólico de los juegos constituye la base misma de la inteligencia humana, y tienen una “lógica” interna, independientemente de que la entendamos o no.

En esta fase podemos “incorporarnos” a sus juegos imaginativos, pero no conviene “dirigirlos”. Es importante no interferir tratando de dirigir el juego hacia comportamientos más o menos lógicos para los adultos pero que desvíen al niño del propósito intrínseco de su juego. Este autor advierte “cuando no hay peligro inmediato, lo mejor suele ser aprobar los juegos del niño sin entrometerse. Aunque bienintencionados, los esfuerzos por ayudarle pueden desviarle de buscar, y a la larga encontrar, la mejor solución”.

A partir de los 7 años los niños van saliendo poco a poco de su atmósfera mágica, y ya discriminan claramente entre lo que es realidad y ficción, interesándose por otras actividades. A partir de entonces comienzan a estar preparados para los juegos estructurados, con reglas previamente establecidas, que continúan completando su “programa de desarrollo”. Son juegos más activos, más competitivos, en los que el niño vive la exhuberancia de una actividad física intensa y gratificante, mientras aprende a respetar las reglas del juego colectivo y compatibilizar sus intereses con los del grupo.

La familia que juega unida…
Arrastrados por la vorágine del día a día, por la inmediatez de lo urgente, muchos padres y madres ven poco a sus hijos durante el curso escolar, apenas un rato al final del día. Jugar juntos nos parece un lujo inalcanzable, o incluso una pérdida de tiempo, según el día. Y sin embargo, compartir el juego no es sólo una forma agradable, lúdica y gratificante de hacer ejercicio y disfrutar en familia. Es también una oportunidad para disfrutar de una relación de camaradería más allá de los roles establecidos padres - hijos, un aspecto de la relación familiar habitualmente descuidada pero que puede llegar a ser de inestimable ayuda, por ejemplo, para capear con mayor estabilidad la turbulenta etapa adolescente.

Y es que, quizá, el escaso valor que damos a la necesidad de jugar en la infancia se deba a que hemos perdido a ese “homo ludens” que todos llevamos dentro. Y si cerráramos ahora los ojos e hiciéramos el ejercicio mental de situarnos dentro de pongamos 20 años, es posible que nos embargue la añoranza del tiempo perdido, ese tiempo pasado en que tuvimos la ocasión y no aprovechamos de disfrutar de ese efímero presente de padres de niños que crecen demasiado deprisa. Pero estamos a tiempo.

viernes, 10 de julio de 2009

Como combatir la negatividad de la sociedad humana en cada quién.

Son varias las formas en que podemos ir destruyendo los pensamientos negativos que destruyen nuestra vida y nos hacen sentir, desafortunados, olvidados, tristes, melancolicos, pensando en el pasado, hipocondriacos, depresivos, ansiosos, que nos hacemos menos, que no le hallamos valor a la vida, que el mundo nos enfada, que si no molestamos a nuestros cercanos no estamos agusto, envidiosos, adictos a drogas o alcochol que tambien es droga pero bueno.

¿Te identificas con algunas de estas situaciones? o ¿con otras tantas que se me pasaron enunciar?.

Hay varios frentes desde donde podemos atacar esos pensamientos o estados mentales que nos afectan y nos hacen sentir mal.

Primero, me hace recordar una alegoria que me dijeron hace muchos años y que poco a poco he aprendido a poder ponerla en practica hacia una situacion que no es facil o que no todos entendemos, esta se refiere al dicho que me dijeron “nuestra mente es un Jardin donde nosotros mismos somos el jardinero, y somos los responsables de que nazcan abrojos y hierbas malas, todo desordenado o que sea un hermoso jardin con pasto, flores, hierbas hermosas, arboles floridos y frondosos y bellos aromas, y todo muy bello y ordenado”.

Que facil verdad, y que bello ¿no? pues no, no es facil. Pero empecemos por cosas practicas.
El hombre es un ser de habitos y desde alli es desde donde podemos empezar cambiar nuestros habitos para hacernos sentir mejor por no decir, perfectos o espectaculares, que tampoco se trata de engañar nuestra mente con ideas fabulosas, mas bien acordes con la realidad que vivimos, ya con estar mejor, poco a poco sera un buen avance.

Desde los mediados de los ochentas se viene hablando y trabajando y perfeccionando sobre la Programacion Neurolenguistica, a grandes razgos y de una forma simplificada, trata de que lo que decimos, la palabras que usamos, el subconciente no lo dicierne si es falso o verdadero el lo graba en el y por consecuencia proboca nuestros razonamientos y sentimientos fallidos o no deseados mas bien dicho.

Desde este enfoque empieza a podar la hierba de tu jardin hablando palabras buenas de ti y de los demas, porque los demas eres tu y tu eres los demas, eso me lo hicieron ver en una platica motivacional.
No juzguez mal a las personas y menos a ti mismo, concientete, di de ti cosas hermosas, maravillosas, espectaculares y grandes que al fin eso eres, aceptate, apapachate, date gustos, controla las palabras que expresas porque ellas formaran pensamientos y los pensamientos razonamientos y estos sentimeintos y los sentimientos actitudes y las actitudes negativas, son las que te estan destruyendo, y todo empezo por las pàlabras negativas que usaste acerca de ti a lo mejor en forma de broma o de los otros y el subconciente no razona y las graba como verdaderas en el.

Por favor, pero en verdad hazlo, toma una libreta y escribe enunciados placenteros y de autovalor de ti mismo, como me quiero mucho, soy tranquilo, me amo y me acepto tal como soy, disfruto de las personas y de la naturaleza, soy feliz, soy creativo, soy alegre, amo y me aman, todo me sucede a mi favor, soy atrevido, soy autentico y valioso, se que merezco lo mejor, y cualquier otro enunciado que creas que elevara tu auto estima y que te de paz y tranquilidad, como Dios me ama, yo soy hijo de Dios, La vida es maravillosa, yo controlo mis actitudes, mi felicidad no depende de nada ni de nadie, yo soy grande, yo soy vigoroso y sano, y asi, por favor haz la lista, y en serio hazla y leela de menos cada tercer dia en voz alta, o grabala y tocala antes de irte a dormir de menos cada tercer dia y despues me dices que cambios sucedieron.

No digas palabras altisonantes en ninguna situacion aunque estes muy enojado, dejalas en el olvido por favor de nada te sirven. Desechalas de tu mente, te costara quizas trabajo, pero precisamente trabajandolo iras haciendote el habito, no importa si te dicen que pareces clerigo, no importa, tu estas podando y sembrando tu jardin acuerdate.

Esto es una parte, lo otro consiste en hacer un habito mental de bienestar. Nuestra mente tiene reflejos condicionados a molestarnos por el entorno social en que nos desenvolvemos, la familia, los amigos, los compañeros de trabajo etcetera, etcetera. Entonces vamos a condicionar concientemente a que adquiera un habito de bienestar y despues de varios meses este habito sera automatizado en tu mente y estaras mas tranquilo, feliz y alegre. Creo que por hoy he escrito demasiado, por favor esta al pendiente para darte la tecnica para hacer un habito nuevo en nuestra mente a traves de al menos 7 meses.